¿Cuándo fue la última vez que practicaste deporte? ¿Eres de maratón o de pádel? ¿Cuál es la última noticia deportiva que has escuchado? ¿Sigues algún equipo de fútbol? El deporte ha sido una fábrica de héroes efímeros y lesiones, por igual. Seguramente, uno de los grandes negocios (y timos) de nuestra historia reciente.

Este post pretende ser un ejercicio de pensamiento crítico, un tanto descarado y provocador, sobre el deporte y sus consecuencias sobre nuestra salud, vida diaria y sociedad, y cómo nos ha transformado.

Vaya por delante que yo he practicado deporte ininterrumpidamente (dejando los periodos de descanso por lesiones) más de 30 años y que me gusta hacerlo.

¿Quién practicaba deporte?

Sin que pretenda ser esto un artículo riguroso, si vale la pena viajar en el tiempo y darnos cuenta que desde los tiempos de los griegos, el deporte ha sido sólo los dos cosas: Una diversión para el pueblo o una práctica sofisticada para aquellos que tenían el tiempo para disfrutarlo.

En tiempo de los griegos, sólo unos escogidos practicaban deporte. Lo mismo pasaba con los mayas o con los señores feudales. Los romanos lo convirtieron en un gran espectáculo para satisfacer las ganas de violencia gratuita del pueblo (esto sigue intacto gracias al cine, la televisión y últimamente, al YouTube fuente de minutos “gore” gratuitos).

En algún momento de finales del siglo XIX se convirtió en un entretenimiento para las clases acomodadas, y empezó a ser también una distracción para las clases obreras.

Pero claro, la diferencia es que los obreros tenían medio domingo libre, mientras que los otros disfrutaban de multitud de ocasiones para practicar deportes sociales.

No fue hasta los años 40 que empezó a popularizarse, pero en general, era algo para jóvenes universitarios.

Y es que hasta no hace mucho, la gente ya hacía ejercicio físico todo el día. Cuando estoy ascendiendo algún pico del Pirineo, pienso a veces en lo que debieron pensar los pastores de los Alpes cuando un conjunto de aristócratas británicos se plantaron en Chamonix (Alpes franceses) diciendo que querían subir a lo alto del Mont Blanc y que querían a alguien del pueblo que les ayudara.

¿Subir para qué? ¡Pero si es cansado y peligroso! Y sobre todo, ¡Estéril y gratuito!

Quien se dejaba la piel en el campo, en una mina o en una fábrica 6 días a la semana, no le quedaban muchas ganas de hacer más esfuerzos.

Y es que el deporte es algo para ricos. Tú puedes pensar que no lo eres. Pero seguramente si lo eres. Al menos, más que la mayoría de obreros del s. XIX o principios del s. XX que trabajan por un sueldo miserable hasta que se jubilaban a los 60 (la expectativa de vida era de un par de años más por ese entonces).

A duras penas se pagaban el alquiler y la comida o directamente pasaban hambre. Cuando pasas hambre o estás agotado físicamente, no quieres hacer mucho deporte que digamos.

En los años ochenta es cuando empezó el gran boom: Jane Fonda y el aeróbic, Arnold Schwarzenegger y el culturismo, Jean Claude Van Damme y las artes marciales…. Los gimnasios eran para todos y apareció la mítica Eva Nasarre y sus calentadores (Y Axel de Flash Dance!!)

Desde entonces hemos tenido desde footing, a lambada, body pump o zumba o el mítico spinning, donde sudas en una habitación cerrada con otros 100 sudados, mientras te dejas gritar por alguien que apenas se oye en medio de decibelios de música frenética.

¿Es bueno hacer deporte?

Rotundamente no. Bueno quizás sí. Pero bajo unas condiciones muy específicas que casi nadie cumple.

El deporte es estresar nuestro cuerpo, pidiéndole muchas veces que se ponga en un estado que de forma natural no haría si no tuviera un león delante. Se genera cortisol (la hormona del estrés) y el cuerpo genera una oxidación que degenera a las células. Al mismo tiempo, somete al sistema motor a un desgaste que acaba generando lesiones.

¡Pero el ejercicio es saludable! Dirás… Sí, pero es que hacer ejercicio y hacer deporte no es lo mismo. Piénsalo así, andar es hacer ejercicio, pero no es un deporte. Trabajar en un huerto tampoco es un deporte.

Al fin y al cabo, cuando se estudian poblaciones con alta longevidad, todas tienen en común ejercicio moderado y constante. Pero no hacen maratones ni spinning.

Ahora que más de uno está ya alterado leyendo esto, quizás sea un buen momento para revisar como acaban los deportistas de élite después de una carrera profesional que suele estar en los 15 años…

Y es que en el mundo del deporte de competición, es bien sabido que cuando se cae en manos de un equipo, una federación o una selección, el deportista sólo es el medio para llegar a un fin, aunque ese fin tenga que pasar por el abuso de substancias legales o no.

¡Y qué decir de la nueva crisis de los cuarenta! En esta época de la vida, donde el pelo empieza a retroceder, la gravedad hace estragos, aumentan los diámetros del cuerpo, y los niños nos hablan de usted, antes la gente se compraba una moto pero hoy en día, muchos deciden recuperar las actitudes saludables de 20 años atrás (¿Te acuerdas de American Beauty?).

El problema es que el cuerpo ya no es el mismo. Ni el peso, ni la respuesta motora, ni el corazón, ni las mitocondrias. Pero, ¡Qué carámbanos! ¡Si en el Decathlon venden de todo y además, hasta mi cuñado hace!

Sólo falta hablar con un profesional de la salud (masajista, osteópata, fisioterapeuta, quiropráctico, etc.) para que te confiese que sin los deportistas no se ganarían la vida.

Y es que si de jóvenes no tuvimos entrenadores profesionales, ni seguimientos médicos individualizados, planes de entrenamiento para fortalecer los músculos, ¿Por qué lo deberíamos hacer a los 40?

El fulbito ha roto muchos ligamentos, el pádel se ha cargado muchas espaldas y el “running” ( que es cómo el footing de los 80 pero el doble de intenso, el triple de largo y con 350€ de equipo que se le llama “running gear”) ha provocado muchos ataques de corazón.

Adictos al deporte

El cine y la tele (y las revistas del corazón) han hecho mucho daño a nuestra autoimagen. Hoy en día es YouTube una fuente infinita de personas haciendo proezas increíbles o con cuerpos de ensueño.

Claro, que en general, sólo muestran la vez entre mil que les sale bien, pero el impacto está creado.

La persecución de la belleza a través del culto del cuerpo es un clásico ya. Valdría la pena que alguna universidad hiciera un estudio (si no existe) entre la relación entre músculos y autoestima, pero eso lo dejo para otro día.

Al fin y al cabo, el cuerpo es algo que podemos alterar en cierto grado, a diferencia de la cara (otro de esos elementos importantes en nuestra autoimagen). La cara requiere necesariamente intervención de un especialista, y suele ser caro y con resultados más que dudosos.

Además de aumentar nuestra autoestima a través de nuestra autoimagen, el deporte nos aporta una sensación de control: nos proponemos metas y las cumplimos. Para bastante gente, sólo en la comida y en el deporte, es donde sienten ese control en sus vidas, especialmente en un mundo tan cambiante e incierto.

Conseguir metas nos hace sentir bien ya que genera dopamina. Además, el cuerpo genera opiáceos y canabiáceos (sí, sí, como las drogas) para contrarrestar todos los desgarros musculares que implica hacer deporte.

Somos yonkies de las drogas que nuestro propio cerebro produce.

Los nuevos súper héroes

A dos días del partido de la Champions, se emite un anuncio donde los jugadores parecen  gladiadores romanos. Todo con un ambiente épico, bélico, heroico y una música con coros y orquestras de fondo.

¿Es un partido de fútbol o la batalla de Inglaterra?

Los deportistas se constituyen como héroes. Aquello que nosotros nunca hemos podido ser. Ricos, famosos (al menos los futbolistas de los primeros equipos de fútbol y algunos de básquet), glamurosos (ejem, ejem,…) con mujeres hermosas, coches deportivos,….

Una fama totalmente efímera pero al fin y al cabo, fama.

Muchos padres sueñan secretamente que su hijo sea futbolista profesional como un modo de escapar de la mediocridad.  Algunos, hasta son capaces de insultar a árbitros, a oponentes o hasta a su propio hijo, impregnados de una falsa y putrefacta competividad.

Luego tenemos los deportes “Xtrem”: Ultramaratonianos que corren en condiciones imposibles y distancias imposibles. Bicicletas de montaña, canoas, paracaídas, esquí… Imágenes full HD desde helicópteros, drones y GoPros en cascos.

Hoy en día, si no te juegas el pescuezo en alguna aventura “radical”, no eres nada. Adictos a la adrenalina que les hace sentir vivos, sientan el modelo a todos estos señores pertrechados de arriba abajo en materiales de última generación y con botellitas hidratantes por todas partes.

Este pasado mes de Agosto, pasaba por el lado del Parque del Retiro en Madrid y el termómetro marcaba 42º. ¿Es imprescindible correr a pleno sol? Ah, no, es verdad: Es que es “un reto”.

Porque el mantra es: “Just do it”. ¡Qué daño han hecho los departamentos de marketing de las grandes empresas de ropa deportiva! ¡Son negocios basados en convencerte que el calzado deportivo todavía puede evolucionar más, y que cada año hay una novedad que vale la pena adquirir!

Charlas de escaladores, alpinistas, corredores, “iron men” y otros que nos cuentan que todo es posible en la vida porque ellos consiguen sus gestas.

O sea, ¿Que si tú eres capaz de correr 100 Kms o subir un 8000, eso quiere decir que yo puedo empezar una PYME y tener éxito?

Se utilizan a los deportistas para hablar de la vida, olvidando que quizás sí sean un ejemplo de obsesión y disciplina, pero que la vida es mucho más compleja que entrenarse para una carrera o subir una cima.

¿Has tenido que hacer un plan de negocios? ¿Socios? ¿Financiación? ¿Proveedores? ¿Trabajadores conflictivos? ¿Innovación? ¡Pues no me vengas entonces con que has subido una montaña o has ganado una carrera!

Son historias bonitas de escuchar y que inspiran, pero muchos de estos atletas, sólo viven para eso. Su obsesión a menudo les lleva a tener problemas familiares o afectivos. Otras veces, al final de su carrera profesional no saben qué hacer con su vida y acaban arruinados o sumidos en la droga.

Lo siento, yo soy de los que creo que deporte y vida, no es lo mismo. El deporte es sólo un entorno simplificado, con unas reglas simplificadas. Muchas veces, un espectáculo con su “star system” propio. Una final olímpica de 100 metros o un partido de fútbol, me dice tanto de la vida, como Flash Dance o En busca de la Felicidad.

Conclusión

En unos momentos de convulsión social y política, donde nuestra economía se tambalea, se ponen en duda valores y estilos de vida, y donde sobretodo cada vez hay más diferencia entre una élite y el resto, el deporte aparece como la salvación.

Los romanos decían “pan y circo”. Aquí, nos estamos quedando sólo con el “circo”.

El deporte, se ha convertido en una vía de escape, en un entretenimiento, en una actividad aspiracional. En un modo de sentirnos que valemos. Que sí podemos hacer y sí podemos conseguir.

No creo que sea un buen síntoma de nuestra sociedad, la cantidad de horas invertidas en deportes en los medios generalistas.

El deporte debería ser una actividad más en nuestra vida, realizada de forma controlada y que nos hiciera mejores en todos los sentidos, pero que no tapara otros aspectos como la educación, la distribución de la riqueza o la sostenibilidad.