Las preguntas poderosas no existen y en este artículo te voy a contar porqué y en cómo convertirte en un mejor coach.

Antes de empezar, hablemos de lenguaje. El lenguaje convierte lo evidenciable sensorialmente en palabras. Todo lo que tu hueles, ves, sientes y oyes delante de un gato lo acabas convirtiendo en “Aquí está el gato”. El gato no es la palabra “gato” sino que es el modo al que nos referimos a lo que estamos experimentando a través del lenguaje.

Esa es una de las bases de la PNL: El lenguaje y la experiencia sensorial no son lo mismo, pero los dos son importantes.

Los humanos no somos muy conscientes de cómo utilizamos el lenguaje y acabamos diciendo: “Oye, ¿Has visto un gato?”.

Claro, en nuestra cabeza está claro a lo que nos referimos (la imagen que tenemos, el sonido que emite, etc.) y por lo tanto, sólo utilizamos la palabra como especie de atajo comunicativo. Pero la palabra “gato” no es un gato. Tampoco la palabra amor es amor. Cuando dices: “Siento tristeza”, en el fondo, no estás dando ninguna pista definitiva de cómo son tus sensaciones (cómo te sientes).

Lo que pasa es que quien lo escucha también cree que la palabra le está dando información y dice: “Sí. Claro, te entiendo”. De hecho, no tiene un medio para entrar en tu experiencia, con lo cual, es imposible que se sepa que te está pasando. Esa confusión entre un proceso interno y su palabra llega a todo, y por supuesto, hasta las “preguntas poderosas”.

Las personas pueden ser poderosas, las preguntas no. Ese atributo es del mundo físico, no de un constructo lingüístico. Es una metáfora. Es como decir: El día está triste. Ese atributo no lo puede tener el modo en cómo amanece.

Las preguntas son útiles o no para conseguir un objetivo. Esa es una propiedad que si puede tener una pregunta. Aunque tampoco se puede considerar a una pregunta inheremente “útil” porque esa propiedad depende del objetivo que se defina.

Sería cómo decir que una llave inglesa es inheremente útil. No, no lo es. Dependerá de al menos dos variables:

-El contexto. ¿Hay tuercas? -El objetivo. ¿Qué hay que reparar?

Ahora bien, ambas dependen de algo que a muchos se les escapa: El análisis de la situación. Es decir, el diagnóstico.

Parece que en el mundo del coaching está muy extendida la idea que uno puede utilizar una llave inglesa y que por ser llave inglesa (y por lo tanto, poderosa), se puede arreglar un motor sin saber antes que le pasa.

Cuando a los coach se les enseña PNL, realmente se les enseña técnicas de PNL y no PNL (este tema lo traté en el post anterior sobre PNL y Coaching).

Tiene lógica porque lo primero que han asumido es que hay herramientas que son tan poderosas que no requiere de un diagnóstico preciso. Por la misma razón, a uno se le puede enseñar técnicas de PNL sin enseñarle primero a modelar los procesos mentales de su coachee (hacer el diagnóstico).

Para resolver este “pequeño inconveniente”, se ha desarrollado la idea de “la intuición del coach”. Ahora aparece otra herramienta “poderosa”: nuestra intuición.

Pero si te parece, hablaremos sobre este concepto en próximos artículos. De momento, es importante que entiendas que una pregunta tiene que ser:

  • Específica. Su estructura lingüística se ajusta a lo que se quiere comunicar.
  • Útil. Nos acerca al objetivo de intervención definido.
  • Eficiente. Permite alcanzar el objetivo del modo más rápido.

Es fácil para mí, proponer estas tres características sin más, pero la realidad es que necesito dos cursos enteros de PNL (Practitioner de PNL y Máster Practitioner de PNL) más uno de coaching para desarrollar las habilidades que permitan a un NLP Coach poder:

  •  Definir el objetivo del coachee.
  • Realizar un análisis de la situación en la que se encuentra el coachee.
  • Modelar los procesos internos del coachee que lo mantienen en la situación no deseada.
  • Definir un objetivo de intervención.
  • Diseñar una pregunta que cumpla con los tres requisitos anteriores.

De este modo, la pregunta “poderosa” es la que se diseña después de todo lo anterior, y no porque posea esas propiedades de forma natural o por “título nobiliario”.

Yo no creo que existan preguntas poderosas, sino coaches poderosos y para ello, tiene que poder:

  • Analizar el comportamiento de un su cliente,
  • Entender su estructura lingüística,
  • Calcular que van a hacer para aproximarse a su objetivo.
  • Analizar los resultados obtenidos de su interacción y volver a diseñar la siguiente interacción de modo que el proceso cada vez sea más eficiente.

Esta aproximación está pensada para empoderar al coach y no sólo dotarlo de herramientas que por sí solas tienen un supuesto poder. De este modo, el coach se convierte en un profesional más cualificado, eficaz y eficiente. Pudiendo reducir el número de sesiones por cliente y aumentar radicalmente los resultados obtenidos.

Dejémonos de metáforas y empecemos a ser realistas y rigurosos con un trabajo tan honorable como el de ayudar a la transformación de seres humanos que se merecen el mejor trato profesional.