Este fin de semana ha aparecido la noticia del accidente que han sufrido 21 personas en unos de los seminarios de auto ayuda más concurridos del mundo organizado por el mediático gurú de la autoestima y el desarrollo personal Anthony Robbins.
En estos acontecimientos donde uno de sus objetivos es levantar la moral y la autoestima de los asistentes, se les somete a una inundación de argumentos para que se convenzan que básicamente todo es posible si se tiene la mentalidad adecuada.
Para conseguir convencer a los participantes se les somete a una serie de pruebas que intentan ser una metáfora de la realidad. Entre ellas se encuentra el “firewalking” o andar sobre brasas. Esta prueba no tiene nada de nuevo ya que ha formado parte de diferentes culturas durante miles de años (sin ir más lejos en el pueblo soriano de San Pedro Manrique donde hasta cargan a otros a espaldas al cruzar), pero como siempre, los norte americanos le han sabido sacar un buen partido.
¿Pero cuál es la idea detrás de este ejercicio? Bien, para los que lo hacen para vencer creencias y miedos la razón es la siguiente: Tú tienes delante algo que potencialmente es muy peligroso y piensas “Me voy a quemar, yo no paso”, te invade el miedo y no lo haces. Pero después de todo el ritual de Tony te convences que si puedes cruzarlas. Cruzas y en teoría no te pasa nada, por lo tanto descubres que tienes miedos en tu mente pero que no se corresponden con la realidad. Y si has podido hacer esto, puedes hacer cualquier cosa.
Este lamentablemente accidente demuestra metafóricamente lo que pasa en la realidad: Que aunque tengas la actitud y hasta los recursos mentales, emocionales y físicos, si alguien no prepara bien las brasas para que el truco funcione, acabas teniendo quemaduras de hasta segundo o tercer grado.
Y para mí, es aquí donde reside el problema de este ejercicio ya que es solo una metáfora, no es la realidad. No puedes igualar pasar unas brasas a tu vida diaria. No se trata sólo de vencer el miedo a no quemarse, porque el cerebro quizás no generalice tanto
Es decir, el cerebro puede pensar “Vale, sí ha funcionado con las brasas pero a ver como convenzo a mis socios ahora de que inviertan más dinero”
Entiendo el poder de la experiencia pero para mí es demasiado aventurado pensar que porque he sobrevivido a algo peligroso venciendo mis miedos lo haré en cualquier otra cosa. Si así fuera, cualquier alpinista, deportista de élite o superviviente de algún desafío espectacular sería capaz de hacer cualquier cosa a partir de ese momento y la realidad nos demuestra que no es siempre así.
Creo que es mejor ofrecer herramientas para conseguir sus objetivos y de pensamiento crítico para que las personas puedan evaluar sus propias creencias y determinar si realmente el miedo que tienen es justificado o no, y puedan tomar decisiones un poco más ecológicas o sostenibles. Porque a veces quien juega con fuego, se puede quemar (siento el tópico pero es perfecto para la ocasión).