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¿Cómo lo hacen aquellos que no se equivocan nunca? ¿Cómo la PNL te puede ayudar para ello? En este artículo exploraremos tres de las claves fundamentales de aquellos que no fallan nunca:

1.    No intentarlo.

Seguramente, este es el modo definitivo y perfecto para no fallar. El no intentarlo es el resultado de una compleja madeja de ideas, emociones y habilidades que llevan a las personas a la pasividad. Piénsalo: el mejor modo de no descubrir que no sirves, es no probarlo, pero el efecto secundario de esta práctica es que tampoco conoces de lo que puedes llegar a ser capaz de hacer.

Pero no nos engañemos: es normal tener miedo al fracaso y de sentido común no intentarlo. ¿A caso intentaríamos descubrir si somos capaces de matar a un león sólo con las manos? Seguramente no, a no ser que tuvieras algo por lo que valiera la pena hacerlo cómo demostrar que ya no eres un niño sino un adulto guerrero, pero si no, definitivamente ni se nos pasaría por la cabeza.

El problema es que a menudo lo que parece que se puede perder es mucho mayor de lo que hay por ganar. Es una decisión. Así de simple. Valoramos si lo que se va a ganar y las posibilidades de que suceda, compensan lo que se puede perder y las posibilidades que eso también suceda. En ingeniería se le llama un análisis de riesgos.

El problema es que a los humanos en general, leer bolas de cristal se nos da mal y por lo tanto, hacer pronósticos también. En mi libro El Arte de Conseguir lo Imposible exploro como a través de la PNL podemos tomar mejores decisiones, basándonos en los datos que tenemos y también entendiendo que no siempre el pasado puede predecir el futuro (para lo malo y para lo bueno) y que por ese motivo tan malo puede ser muy pesimista como muy optimista.

Muchas veces, se trata simplemente de ser valiente y salir de la duda y más que enfocarse en el resultado (muy probablemente, diferente al que esperábamos), enfocarse en el proceso y en los aprendizajes conseguidos durante este.

2.    Hacerlo en el mundo de Oz.

Es decir, en ese mundo fantástico dentro de nuestras cabezas donde todo sale a la perfección. Algunas personas son capaces de crear ilusiones (o simulaciones mentales como se les llama en PNL) en su mente tan vívidas que prefieren quedarse ahí. Del mismo modo pasa con los cenizos de competición: personas que son capaces de simularse tan vívidamente en su cabeza e infinitas veces que fallaran que ni lo intentan en la realidad.

La diferencia entre el mundo real y el de fantasía reside en que este último es un sistema cerrado, y por lo tanto se juega con unas reglas propias, y bajo esas reglas no pueden salir resultados que vayan en contra de las propias reglas. Es como un juego de ordenador. Nunca se pueden dar escenarios, acciones o personajes que no estuvieran programados previamente. Si haces simulaciones pesimistas seguramente obtendrás resultados malos y se las haces optimistas, lo contrario.

Pero en la realidad si pasa eso. La realidad tiene un montón de variables que nuestro cerebro no puedo contemplar. Los meteorólogos lo saben muy bien: sus modelos nunca pueden contemplar todas las variables y por este motivo, sus predicciones son simplemente aproximadas (en el mejor de los casos).

En nuestra realidad pasan cosas impredecibles. A veces son para sorprendernos agradablemente, y otras no. Pero en definitiva, nos dan una elección a nivel inconsciente: la vida es maravillosa en su complejidad y lo único constante es el cambio (y hasta este cambia de velocidad) y por eso es mejor abrazar la incertidumbre, aceptarla y “surfear la ola”.

No hay nada peor para una persona que quiere hablar en público, ligar con chicas o chicos o vender que creerse sus propias predicciones ya que en ellas nunca fallará y según lo que haya entrado como datos iniciales, todas las predicciones le saldrán iguales. En cambio, la realidad nos ofrece la posibilidad de equivocarnos, a veces para darnos cuenta que no somos tan perfectos (y no pasa nada por ello) y a veces para darnos cuenta que no somos tampoco tan imperfectos como creíamos y si podemos conseguir cosas.

3.    Negar la realidad.

Otra posibilidad es estar tan aterrorizados por el fallo que simplemente no aceptamos la posibilidad que nos podamos equivocar. Es un estado absolutamente alucinatorio donde no llegamos a ver nuestros errores. Es como si el cerebro los borrara a medida que los vamos teniendo y ensordecemos delante los comentarios de los demás.

Si un error es algo que hemos aprendido a esconder por ser motivo de vergüenza, es normal que el cerebro, de manera automática tienda a borrarlo de la memoria. O lo errores tienen consecuencias muy graves o pasan sin pena ni gloria por la mente. Es como los profesores de la escuela: te acuerdas especialmente de los que te lo hicieron pasar mal (curiosamente no de lo que enseñaban) y de los que te lo pasaste muy bien con ellos (por cierto, de estos te acuerdas hasta de la materia de su clase), de los otros sólo te queda un vago recuerdo.

Lo que muchos olvidan o desconocen es algo que enseñamos en nuestros cursos de PNL y es que los errores son simplemente información. Nos indican la distancia entre aquello que queríamos y aquello que hemos obtenido. Nada más. Muchos creen que los errores, hablan de la habilidad de uno para conseguir aquello que se quiere, o todavía mucho peor, que hablan de si son o no buenas personas o personas de éxito. Pero se olvidan que los motivos por no haber alcanzado un objetivo, son algunos más:

  • Mala definición del objetivo. Simplemente no fuimos realistas o no podíamos calcular mejor el resultado final. Si he dicho calculado, porque hay personas que piensan que se pueden fijar cualquier objetivo y conseguirlo simplemente por este motivo. El fijarse un objetivo es siempre un cálculo. Y sino que se lo pregunten a cualquier person que le han hecho un presupuesto para reformas en su casa…
  • Mala lectura del resultado. A veces no nos damos cuenta que estamos consiguiendo nuestro objetivo. Especialmente para aquellos procesos en los que somos novatos. Queremos hablar en público y pensamos que somos capaces de leer las reacciones del público desde el primer día.
  • Los elementos. Vamos a romper una lanza a favor de la teoría del caos. Algunos gurús van diciendo que lo podemos todo si lo creemos realmente. La verdad es que es un buen chute de seguridad para los egos más débiles pensar que todo lo podemos contralar. Pero sólo hace salir un día a navegar (aunque sea con una canoa) en el mar, para ver que una cosa es lo que queramos nosotros, y otra la naturaleza. El mundo es mucho más grande que nosotros, ya veces se trata de aceptar la derrota como parte de la vida y quizás volverlo a intentar más adelante. Como los himalayistas.
  • De la habilidad. Por supuesto, también de la habilidad. Pero justamente los errores son los que nos permiten aprender y mejorar nuestra pericia para conseguir nuestros objetivos. Es como si cada vez que hiciéramos paella y nos saliera mal, sólo lo borráramos de nuestra mente sin aprender de ello.

Tanto si eres del equipo de los cenizos, como si lo eres de los alucinados, recuerda que es mucho mejor intentar, aprender, darte cuenta que tu cabeza no puede predecirlo todo, ni que tu puedes conseguirlo todo, ni mucho menos doblegar el mundo a tu voluntad, pero que es mucho más divertido intentarlo, mejorar y descubrir tus propios límites, que quedarse en casa, en tu propio mundo o negando la realidad. Eso sí, cómo ya aprendiste de pequeño aprender a andar tiene a veces el efecto secundario que te duele el trasero de vez en cuando. Pero, ¿Nos es genial poder andar a todas partes en vez de ir gateando?