¿Cúal es el secreto para influir más en los demás? Esa es la pregunta del millón de euros y para mí la respuesta es bastante sencilla: Ser generoso.
Vivimos en un mundo muy transaccional donde casi todo se mide por su valor económico o por su valor de intercambio. Es decir, medimos el mundo por lo que podemos sacar de él. En tiempos de escasez este fenómeno se magnifica ya que se le junta otro factor: el miedo.
Piénsalo de este modo: ¿Por qué no daría parte de tu comida a alguien si supieras que tendrías toda la que tu necesitaras? Es más, imagínate el supuesto en el que cuanta más comida das, más comida aparece en tu despensa. ¿No estarías dispuesto a dar comida a cualquier persona?
El miedo es un factor muy importante en la capacidad de ser generosos de las personas pero no el único. También lo es la falta de empatía. Debido a nuestro día a día y al bombardeo de noticias por todos los medios, nos desensibilizamos y acabamos no respondiendo al sufrimiento de los demás.
Y por último, un tercer aspecto muy importante es la falta de pensamiento estratégico a largo plazo. Estamos tan enfocados en el día a día, que no conseguimos calcular los efectos futuros de nuestras acciones. De este modo, lo que ahora pudiera parecer un acto de altruismo gratuito y sin retorno, en el futuro se podría convertir en una oportunidad de negocio o en el retorno de forma multiplicada de nuestra acción.
Estas últimas semanas me he enfrentado a una de las situaciones más difíciles de mi vida y he descubierto un lado oscuro del ser humano pero también me he beneficiado de la generosidad de muchas personas que me han ayudado cediendo gratuitamente su tiempo.
El sentimiento de deuda y gratitud que tengo hacia todos ellos es una arma mucho más eficaz que cualquier discurso bien articulado y con toda la artillería persuasiva imaginable.
Siento que cuando una persona cede su tiempo para mí, me está considerando alguien especial, digno de invertir su vida y sus recursos, y eso me hace sentir muy bien. Ese tipo de sentimiento es una tarjeta de crédito para que cuando esta persona me pida algo yo haga todo lo posible para ayudarla.
Creo que sin darnos cuenta y empujados por las circunstancias, estamos perdiendo la generosidad como razón de ser, como modo de vida. Angustiados por el día a día, por los miedos del día de mañana y encerrados en nuestra propia burbuja, nos dejamos perder maravillosas oportunidades de ofrecer y ayudar a los demás simplemente por el gusto de hacerlo.
Y al mismo tiempo, no somos conscientes de la cantidad inmensa de oportunidades que desaparecen delante nuestro por no haber ayudado a alguien que en aquel momento lo necesitaba.
Los más cínicos dirán que es una visión muy naïf del mundo, que la gente se aprovecha de la generosidad y abusa. Mi respuesta es muy sencilla: ¿De qué tienes miedo? ¿Qué importa que abuse si tú lo has hecho de corazón? ¿O es que esperabas algo a cambio? Si no esperabas algo a cambio, pero esa persona te ha mentido, es su problema. Tú lo has hecho de corazón y lo único que pasará es que la próxima vez no tendrá la posibilidad de pedir. Cuenta de crédito cerrada.
Ser generoso es un ejercicio que aprendí hace bastantes años de una persona muy especial. Alguien me enseñó que lo podemos dar todo y a pesar de eso, seguir siendo muy ricos interiormente.
No dejes que el miedo o la desconfianza no te permitan realizar uno de los ejercicios vitales más enriquecedores y que además, se convierte en una herramienta de influencia enorme.