¿Qué tienen que ver la acupuntura y los insultos? De hecho mucho. La coprolalia es un desorden caracterizado por una tendencia patológica a proferir insultos. Pero lo interesante es que un estudio realizado en la Universidad de Keele parece demostrar una relación entre lanzar improperios y el control del dolor.

Sometieron a un conjunto de estudiantes a una prueba donde se les sumergía la mano en un recipiente con hielo y se les pedía que aguantaran hasta que no pudieran más. La conclusión fue que cuando proferían insultos podían aguantar más tiempo que cuando no.

Por otro lado, la tan menospreciada acupuntura ya hace tiempo que ha pasado estudios científicos tal y como a los occidentales nos gustan y ha demostrado su eficacia en multitud de campos pero especialmente en el control del dolor (aquí puedes ver uno de los mayores estudios sobre el tema).

Esto nos lleva a los analgésicos. Hay tres tipos: los antiinflamatorios no esteroideos (como la Aspirina), los opiáceos menores (que imitan a los opiáceos) y los mayores (como la morfina). La idea de los tres tipos de analgésicos es intervenir en un proceso natural del cerebro para controlar el dolor.

Lo interesante del caso es que el dolor no se produce donde pensamos. Me refiero que si te das un golpe en un dedo, te parece que sientes dolor en el dedo pero de hecho, es el cerebro que genera esa sensación. El dedo sólo tiene terminaciones nerviosas (nociceptores) que mandan información que algo le ha pasado al dedo y se activan varios mecanismos (actos reflejos, sensación de dolor, estrés) en diferentes partes del cuerpo, pero la del dolor se produce en el cerebro. Luego, el dolor no existe más allá de nuestro cerebro.

En China llevan casi 40 años operando a corazón abierto sólo con acupuntura y también es una práctica común el uso de la hipnosis en operaciones de todo tipo (ver el Dr. William S. Kroger como sólo un ejemplo de ello).

En resumen, resulta que los medicamentos analgésicos van al cerebro, que la acupuntura afecta al cerebro, que los insultos también y que la hipnosis por supuesto hace lo mismo. Hasta podríamos hablar de que no “nos duele el dedo” sino que el dedo tiene una lesión y que mi cerebro me está avisando demasiado “insistentemente” de ello.

Por algún motivo, nadie nos enseña eso en la escuela. Nadie nos cuenta las capacidades de nuestro cerebro pero en cambio nos llenan la cabeza con los escritores de la edad de oro. Nada en contra de la literatura española pero si tuviera que escoger, preferiría que alguien me enseñara como puedo controlar a mi cerebro. La información se puede encontrar fácilmente en Internet, las habilidades no.

Porque cuando hablamos de dolor, sólo estamos hablando de uno de las casos más extremos y seguramente lógicos y automatizados de nuestro cuerpo. Es un mecanismo de autodefensa imprescindible para no tener más daños. Pero hay otro tipo de sensaciones o conjunto de ellas (lo que le llamamos emociones) que se producen en el mismo lugar (el cerebro) y que casi todos hemos asumido alguna vez, que como el dolor del dedo, es algo que se da y que no se puede actuar sobre ello, sólo “esperar a que se pase”.

Si se puede operar a corazón abierto (asumo que debe ser una actuación muy dolorosa sin anestesia) imagínate lo que podríamos hacer con todas esas sensaciones (o emociones) que aparecen y desaparecen a lo largo de nuestra vida.

Alguna de ellas son muy útiles, y otras no tanto. De hecho, no es la emoción, sino cuando se da esta y como me ayuda a conseguir lo que yo quiero lo importante. A veces la rabia permite superar un obstáculo y a veces mete en problemas. A veces, la motivación y la confianza en uno mismo permiten alcanzar una meta y otras veces, pueden llevar a actos imprudentes y hasta a la muerte.

La PNL se encarga de dar herramientas muy simples para demostrarle a tu cerebro (o sea ti) que las emociones no vienen de fuera si no de dentro, y que si no tienes el control sobre ellas es porque nadie te ha enseñado como hacerlo pero con un objetivo y las herramientas suficientes, si puede mejorar la gestión de ellas.

En nuestros cursos de PNL (el Practitioner de PNL en Talent Institut enseñamos a menudo a adultos de 30, 40 y 50 años que pueden tener un mayor control sobre las sensaciones, incluido el dolor, y esto les da, por primera vez en su vida, la posibilidad de ser más libres y sentir aquello que quieren sentir.

Lamentablemente, pensamos que lo que nos pasa proviene de fuera y que por lo tanto, se debe combatir desde fuera. Esa mentalidad tiene un sentido, ya que naturalmente vemos que nos pinchamos y duele, pero está lógica natural no es “fisiológicamente” cierta como ya hemos visto, y mucho menos cuando en vez de pinchos se trata de recuerdos o de miedos futuros.

Pero parece ser que nadie se ha tomado la molestia de enseñarnos como tratar esas sensaciones que vivimos, es más, cuando herramientas como la PNL aparecieron, se llevan a cabo campañas de descrédito, como le ha pasado a la acupuntura o a cualquiera otra herramienta que no siga el circuito “científico” habitual que implica pasar por laboratorios o centros de investigación que validen los resultados.

Los laboratorios farmacéuticos y a los que estos subvencionan, no tienen mucho interés en promover nada que no sea algo que se pueda empaquetar y vender (con buen criterio ya que son organizaciones con ánimo de lucro) y en cambio, si promueven campañas masivas de comunicación para que quede claro que no hace falta romperse mucho la cabeza, de hecho es tan fácil como tomarse una pastilla mágica que ellos han creado y todo se resuelve.

El mensaje es “no te canses, nosotros hacemos el trabajo por ti”, si alguien está deprimido se le da pastillas y ya está. Los medicamentos se han convertido en la esperanza de la “vida moderna” pero sin darnos cuenta que conllevan riesgos a veces muy importantes (Cymbalta  es el antidepresivo más vendido del mundo pero hay mucha controversia con los efectos sobre el hígado o el aumento de tendencias suicidas, Vioxx era un antiinflamatorio con miles de afectados por los efectos secundarios especialmente relacionados con problemas cardiacos, Oxycodone es un potente analgésico que puede generar mucha adicción).

Los medicamentos tiene su espacio en nuestras vidas, pero del mismo modo deberían tenerla la educación sobre lo que somos capaces de hacer por nosotros mismos, de como nos debemos alimentar, de como debemos ver la vida y afrontarla. Para eso, ahora tenemos cursos como el Practitioner de PNL para los adultos, pero los niños tienen un mínimo de 10 años de su vida, donde hay tiempo suficiente para enseñarles todas estas cosas y construir seres humanos humanos más sanos y más felices

La responsabilidad de como nos sentimos y su solución no puede ser delegada al mundo exterior, ya que se está mandando un mensaje implícito de que es el mundo exterior el responsable de nuestras reacciones (crisis, políticos, maridos, esposas, etc.) irresponsabilizándonos de algo que es nuestro.

Tomando más responsabilidad de quienes somos, sentimos, pensamos y hacemos estoy seguro que podremos construir una sociedad mucho más sana en todos los sentidos. Depende de nosotros.