La inteligencia emocional es uno de los términos más de moda tanto en escuelas, como en familias o hasta en empresas. Lo que pocos saben es que uno de los mejores métodos para desarrollarla es a través de la PNL.

El término nació en 1964 de la mano de Michael Beldoch, un profesor de psicología y psiquiatría estadounidense, publicado en un paper sobre comunicación no verbal. Más tarde lo utilizó B. Leuner2  en 1966, pero quedó bastante en el olvido hasta que el psicólogo y bestseller, Daniel Goleman, lo volvió a reintroducir en el 1995 en el libro Inteligencia Emocional.

En términos generales podemos definir la inteligencia emocional como aquella habilidad de comprender, distinguir y regular las emociones para poder ajustarse a un entorno y/o conseguir objetivos.

Lo curioso del caso es que algo muy parecido hace la PNL. De hecho, ya lo hacía antes de que Goleman saliera al estrellato.

Las emociones no existen

Muchas vertientes psicológicas y psicoterapéuticas hablan de las emociones como si fueran algo. Algunas hablan de si se reprimen, si se liberan, si se estancan…, pero, ¿Qué es una emoción?

La realidad es que una emoción no es nada. Es el nombre que le asignamos a unas respuestas fisiológicas que se generan en nuestro cuerpo, por lo tanto, las emociones son en realidad un conjunto de sensaciones que percibimos derivadas de procesos que a veces se originan en nuestro cuerpo (marcadores somáticos según Damasio3 ) y otras, por procesos mentales más desarrollados.

Se habla de la inteligencia emocional como la habilidad para regular las emociones, pero esta afirmación ya hace años que se ha demostrado inexacta. Muchas de las respuestas emocionales que notamos, las percibimos milisegundos después de que se hayan generado y de un modo totalmente automatizado y por debajo del umbral de la consciencia, por lo que no tiene sentido hablar de “regular” emociones porque una vez han aparecido, ya es demasiado tarde.

Sí que es más exacto afirmar que es importante el modo en que nos relacionamos con estas respuestas. Es decir, cómo asociamos lo que sentimos a lo que está pasando y como esto a su vez, nos hace sentir. Un ejemplo claro es cuando nos frustramos y luego, nos enfadamos por estar frustrados ya que nos parece un signo de debilidad.

Cuando se habla de regulación emocional, se está haciendo referencia a esos estados emocionales  que se generan y  mantienen por procesos mentales diversos. Por lo tanto, no son “cosas” que tenemos, sino son procesos fisiológicos que llevamos a cabo y sentimos. A pesar de esto, nos referimos a ellas como “cosas”: “el amor”, “la alegría”, “la tristeza”,… Y al hacerlo así, nos permite expresarnos y hasta distinguir diferentes estados de sensaciones (emociones). Pero las “emociones” sólo son las etiquetas que le ponemos a un conjunto de sensaciones para poder hablar de ellas.

Puede sonar raro, pero lo mismo pasa con el calor o el frío. “El calor” o “el frío” no existen. Son sensaciones que percibimos y que acabamos reduciendo a una palabra para expresarnos. La cantidad de energía (lo que nosotros percibimos y medimos como temperatura) está en el medio. La sensación y la etiqueta que le asignamos, en nuestro cerebro.

Trata dichos estados emocionales como cosas, a veces es útil y a veces hace que podamos perder la responsabilidad sobre ellos. De este modo, si alguien dice “se ha acabado el amor entre nosotros” no es lo mismo que si dice “ya no te amo” o “he dejado de sentir algo por ti”.

El hablar de las emociones como cosas, puede provocar que se entienda dicho estado como permanente o como si fuera una especie de enfermedad que requiere tratamiento (la tristeza, la angustia, la depresión).

Por ejemplo, hablar de emociones reprimidas, es sólo un modo de expresarlo ya que una respuesta emocional no se puede reprimir en tanto y cuando, el cerebro reacciona emocionalmente de forma inconsciente. Cuando llega a nuestra consciencia, es decir cuando nos damos cuenta, ya se ha producido.

A veces, hablamos de reprimir emociones cuando nos referimos a no expresar cómo nos estamos sintiendo o nuestra opinión sobre algo. Pero aunque no lo expreses, lo estás sintiendo, no lo estás “reprimiendo”. Reprimes su expresión.

Otras veces, reprimir se refiere al hecho de poner la atención en algo más, para no sentir un conjunto de sensaciones que en este momento no nos interesa. Por ejemplo, si tienes miedo, intentas hacer algo más para apartar la atención de los pensamientos que lo generan, hablando con alguien, paseando por el parque o mirando una película.

Por lo tanto, en cada uno de estos casos se llevan a cabo procesos internos que generan conjuntos de sensaciones que solemos llamar “emociones”.

La PNL y su papel en la inteligencia emocional

La PNL es una herramienta para modelar la conducta humana. Es decir, para entender que pasa dentro de nosotros, de modo que podamos realizar cambios que nos hagan más eficaces a la hora de conseguir nuestros objetivos.

En este sentido, la Programación Neuro Lingüística, no posee metodologías para etiquetar emociones y de este modo diferenciarlas, pero si nos ofrece herramientas muy poderosas para tomar consciencia de dichos estados emocionales y ajustarlos.

De hecho, la mayor crítica que se le puede hacer a Goleman en su libro de 1995, es que habla de regulación emocional pero no cuenta cómo entrenarla, mientras que la PNL en esa época, llevaba ya más de 15 años ofreciendo técnicas eficaces para cambiar estados emocionales.

Uno de los principales problemas con el que nos enfrentamos los seres humanos, es identificar nuestras sensaciones. Tenemos dificultades porque básicamente hay mucho ruido a nuestro alrededor y en nuestro interior.

Las sensaciones sólo son información que el cerebro procesa pero en la medida que este recibe entradas de información de diferentes tipos, escoge qué mostrarnos conscientemente y qué no.

De este modo, la sobre estimulación por información que recibimos cada día en forma de estímulos visuales (smartphones, tablets, TV, periódicos, anuncios) o auditivos (radio, ruidos de la ciudad, otras personas o nuestro diálogo interno) hace que sea difícil procesar toda la información incluyendo la sensitiva.

Por otro lado está el estrés y el distrés. Son estados internos con una función de activación (cuando llegas tarde para alcanzar el tren o cuando estás saturado de trabajo) que dentro de sus propiedades fisiológicas tienen la de hacernos no prestar atención a las sensaciones que provienen de nuestro cuerpo (muy útil cuando estás escapando de un león, si lo piensas).

La PNL ofrece múltiples herramientas para centrarse en las sensaciones y disminuir el diálogo interno (mucho antes que apareciera el mindfulness) y aunque no pretenda poner “nombres” a las sensaciones, si ofrece herramientas poderosas para modificarlas.

De hecho, gran parte de la función de la PNL, es precisamente ofrecer distinciones tanto cognitivas (nuestras pensamientos) como emocionales (nuestras respuestas en forma de sensaciones) para poder separar una “emoción” de otra y poder trabajar con ellas.

Estados de alto rendimiento

Aunque abordaré el tema en otro artículo, los estados de alto rendimiento es un aspecto del mundo de los estados emocionales que muy pocos saben cómo tratar.

¿Por qué unos días rindes más y otros menos? ¿Por qué unas ventas te salen mejor que otras? ¿Cómo hace un deportista de élite para tener mejores días que otros?

La inteligencia emocional es un concepto que intenta abarcar demasiadas cosas de forma demasiado genérica. A pesar de esto, es útil para introducir a las personas en la regulación emocional, de igual modo que lo es el mindfulness.

Pero ninguna de las dos disciplinas, abordan con profundidad que hace cada individuo para estar cómo está.

La PNL aborda al ser humano cómo un individuo único que realiza procesos únicos y que por lo tanto, necesita intervenciones únicas.

En este sentido, en los cursos que realizamos de PNL en Barcelona y también en los cursos de PNL en Madrid y en las intervenciones personales con PNL, lo que se pretende es entender cómo una persona utiliza su cerebro para generar ciertas respuestas emocionales, entender su impacto en los objetivos que persigue, y ajustar el proceso que ahora no ofrece los resultados óptimos.

Los procesos de alto rendimiento, son estados donde nuestra mente y cuerpo funcionan óptimamente para conseguir resultados con la mayor eficacia posible. Se dan de forma inconsciente, pero por supuesto, si se pueden describir y hacernos conscientes de ellos, se pueden repetir y pasarlos de la excepción a la regla.

En el fondo, tan importante es  regular los estados emocionales que no nos ayudan como saber activar aquellos que nos pueden ayudar más.

Lo cierto es que el mejor modo de “regular tus emociones” es ser capaz no sólo de distinguirlas, sino de entender el proceso que ha llevado a ella para poderlo alterar. Ese es el trabajo de la PNL.

En el fondo la PNL, es la ingeniería de la conducta humana.

Si te interesa profundizar en el tema, puedes ver un video de un webinar en el que trato cómo la PNL pude ayudarte a desarrollar la inteligencia emocional.

1 Sensitivity to expression of emotional meaning in three modes of communication. [The Communication of Emotional Meaning, McGraw-Hill, pp. 31–42].

2 Emotional intelligence and emancipation. [Praxis der Kinderpsychologie und Kinderpsychiatrie. 15: 193–203]

3 O Erro de Descartes, Emoção, Razão e Cérebro humano, 1994 . Antonio Damasio