Siempre recordaré cuando después de acabar la carrera de psicología, en mi primer día del posgrado en hipnosis clínica, un médico anestesista especializado en la utilización de la hipnosis para el control del dolor pidió un voluntario. Sin pensarlo levanté mi mano y él me invitó a pasar al frente del grupo. Me pidió que cerrara los ojos y así lo hice. Al cabo de unos minutos, mientras él seguía hablándome a mí y al grupo, tomó mi mano derecha por la muñeca, la levantó y mi brazo se quedó flotando en el aire.
Es una curiosa, extraña y agradable sensación sentir como la mano puede sostenerse en el aire, inmóvil, sin ningún tipo de esfuerzo consciente. Acto seguido escuché como le decía al grupo que iba a clavarme una aguja de jeringuilla en la mano – por debajo de la piel – y como yo no iba a sentir ningún tipo de dolor. Lo que ocurrió a continuación – como todo en la vida cuando no has vivido esa experiencia – es difícil de comprender. Sentí como la aguja perforaba mi piel… ¡Pero no sentí ningún tipo de dolor! – Aquí tenemos un ejemplo de anestesia hipnótica – dijo mi profesor. Mi mano no reaccionó en absoluto. Ni un movimiento. Ni un temblor. Ni un espasmo.
Mediante los procedimientos hipnóticos podemos alterar la conciencia. Y nuestra experiencia subjetiva de la realidad depende del estado de conciencia en el que nos encontramos. Esto lo saben muy bien los soldados que han sufrido lesiones en el campo de batalla. En un estado de estrés máximo orientado a la supervivencia, un soldado puede recibir el impacto de una bala y no darse cuenta, no sentir el dolor hasta que sale del fragor de la batalla.
También tenemos el fenómeno contrario, el ampliamente estudiado dolor del miembro fantasma. Supongamos que ese soldado ha sufrido un impacto en el brazo y se lo han tenido que amputar. Durante algún tiempo, aún en ausencia del brazo, puede seguir sintiendo el dolor de un brazo que ya no está en su cuerpo. No les fue difícil a los estudiosos de la materia llegar a la conclusión que la percepción del cuerpo y del dolor está en la mente, se registra en el cerebro, en lo que éste considera que es o está acostumbrado que sea.
Según cómo funciona el cerebro tenemos un tipo de percepción u otra de la realidad y de nosotros mismos. Es en ese manejo de los estados de conciencia donde la hipnosis es una herramienta de gran ayuda a los profesionales de la salud que la utilizamos. La hipnosis como analgésico y anestésico es ampliamente utilizado por médicos y psicólogos para el control del dolor a través de técnicas como el guante de anestesia.
Yo no me especialicé en control del dolor. Quién si lo ha hecho es Tina Taylor, la Hipnoterapeuta Master Trainer en PNL que estará en Barcelona el próximo día 6 de Junio dando un taller sobre Hypno Birthing: Hipnosis para un parto sin dolor. Un tema que me resulta muy interesante. Como psicólogo sé que las bases del desarrollo de un bebé empiezan a sentarse mucho antes de que éste nazca. Y el parto es una fase clave en ese desarrollo, así como el posterior contacto del bebé con la madre.
Sinceramente creo que – siempre que las circunstancias lo permitan – un parto en el estado adecuado, sin interferencias de substancias exógenas, permite un contacto entre la madre y el bebé que fomenta un tipo de vínculo especial. El Hypno Birthing puede ayudar a las mujeres a tener ese estado adecuado y a no sentir ese dolor que a veces tanto temen. El Hypno Birthing puede ayudar a que dar a luz se convierta en lo que realmente es: una experiencia única y natural.