Trabajo

¿Sabes de dónde procede la palabra “trabajo”? La palabra trabajo viene del latín tripalium, que significaba literalmente ‘tres palos’ y era un instrumento de tortura formado por tres estacas a las que se amarraba a los esclavos para azotarlos.

¿Cómo puede ser que utilicemos una palabra que significa tortura para describir lo que hacemos entre el 30 y 50% de nuestro tiempo?

Algunos dicen que proviene de cuando se trabajaba la tierra sólo con animales y dónde el trabajo físico duro, las intensas jornadas expuesto a las inclemencias metereológicas y seguramente el hecho de que en esos momentos nos estabámos jugando literalmente nuestra supervivencia, hacían del hecho de invertir actividad física para obtener resultados, una tortura.

Además cultivar la tierra te deja expuesto a un grado de incertidumbre muy alto ya que no por invertir mucho tiempo y esfuerzo, tienes por que obtener más resultados pues dependes totalmente del tiempo, especialmente en zonas como las mediterráneas.

Luego vinieron las fábricas. Lugares insalubres donde las personas trabajan automáticamente como robots (¿Sabías que la palabra “robot” viene del checo y significa “trabajo forzado”?) 6 días y medio a la semana por un salario ínfimo y siempre dependiendo de los caprichos y decisiones de otros.

Con estos antecedentes no es de extrañar que en el inconsciente popular se instalara casi a nivel genético, la noción de trabajo cómo algo desagradable.

Aviso: Este no es un artículo de flores y mariposas donde voy a hablar de como todos nos lo podemos pasar bien pasándonos los pescados en una pescadería mientras cantamos, pero este es un blog donde se habla de PNL y sobretodo de dignidad emocional.

A mi abuela le enseñaron que a esta vida se ha llegado a sufrir y se encargaba de repetirlo en voz alta cada día de su vida. A diferencia de muchas corrientes positivistas de países ricos y desarrollados, tampoco voy a decir que la misión de cualquier ser humano tiene que ser la de ser feliz.

Lo digo de este modo, porque si nos apartamos de nuestras oficinas, de nuestros trabajos con aires acondicionados, también hay personas en este mundo (la mayoría de los seres humanos) que antes de plantearse si quieren o no ser felices, tienen que pensar que van a hacer hoy para ponerse algo en la boca.

Resulta que no “nos hemos dado cuenta” que mientras nosotros “sufrimos” “aguantando” a un jefe de mal humor y mientras cada día “tenemos que” hacer el mismo trabajo “aburrido”, miles de millones de personas en este mundo, tienen que luchar para ponerse un trozo de pan en la boca para sobrevivir un día más.

No sólo eso, sino que no tienen las medicinas necesarias para salvar a sus hijos de enfermedades atroces, y literalmente se les mueren en sus brazos. Mientras nuestros niños van a la escuela, los suyos tienen que andar durante horas para conseguir un poco de agua para toda la familia, muchas veces pasando por campos de minas, que acaban amputando sus piernas (se estima que existen 110 millones de minas anti persona enterradas en el mundo).

Por lo tanto, no voy a ser yo quien le diga a una persona que no tiene ni comida, ni techo, ni antibióticos, ni dinero, que lo que tiene que ser es feliz en esta vida pase lo que pase.

Pero ellos no pueden leer este artículo. Tú sí. Y a ti te digo si realmente tu trabajo es una tortura o nos hemos convertido en niños mal criados y consentidos donde nos olvidamos de agradecer y apreciar todo lo que tenemos y nos quejamos del regalo reyes carísimo porque es rojo y no es azul, mientras millones de niños no reciben nada.

Muchos de nosotros, no tenemos que rompernos a la espalda cada día bajo el sol como nuestros abuelos, o trabajar cargando sacos o alimentando una caldera de carbón. Nuestros trabajos ya no son agotadores físicamente en general. Pueden serlo intelectualmente y emocionalmente algunas veces, eso es cierto.

Seguramente, el trabajo que tienes no es el que te guste más o es el que toca ahora por las circunstancias, pero estoy absolutamente seguro que no te atan a un tripalium y te azotan al final de día.

Luego, ¿Por qué seguimos pensando en el trabajo como si fuéramos víctimas de él? En el momento en que podemos darle una connotación diferente también podemos escapar de esa tortura mental a la que  nos sometemos.

Tenía un abuelo que decía “El trabajo dignifica, siéntete orgulloso de trabajar”. Aunque quizás a mi abuelo no le gustara del todo su trabajo, él se aproximaba a éste como un acto de responsabilidad y de heroicidad (como opuesto al victimismo).

Mi abuelo me enseñó a sentirme orgulloso de trabajar (siempre y cuando respetara mis propios valores) por el simple hecho en que me puedo demostrar que me puedo proponer objetivos y cumplirlos, que puedo comprometerme con una serie de responsabilidades y que las puedo llevar a cabo, que los demás pueden confiar en mí, que tengo disciplina y fuerza de voluntad, que las inclemencias y los problemas no erosionan mi motivación y que en definitiva, gracias al trabajo mi autoestima aumenta.

Yo he trabajado desde los 12 años, pero mi trabajo era diferente. Primero ayudaba al negocio familiar mientras esperaba a las vacaciones de mi familia, después empecé a trabajar cuando era un adolescente para otros padres de amigos, etc. Desde poner conos de hilo en cajas a 40 grados a repartir comida a domicilio bajo la lluvia, a hacer de mensajero en moto nevando o trabajando en las urgencias de un Hospital (cuando no me interesaba la medicina), en un almacén, en un supermercado o repartiendo folletos delante de una feria. En cada uno de eso trabajos nunca me quejé ya que tenía claro que el trabajo no sólo era una cuestión de dinero o que me gustara o no, sino de dignidad.

¿Cuantas personas conoces que desean que llegue el viernes por la tarde o el 31 de Julio con desesperación y se deprimen en domingo por la tarde o el 30 de Agosto? La pregunta es: ¿De qué son esclavos?

Seguramente de una actitud, de una gran mentira que nos habla que trabajar es algo malo, un medio para conseguir aquello que queremos y que lo tenemos que sufrir como tortura durante toda nuestra vida, y del que sólo pueden escapar unos afortunados a los que les toca la lotería o que nacen en familias ricas. ¿De verdad crees que estar todo el día ocioso te dignifica más como ser humano?

Trabajar es una elección. Tú elijes donde y cómo, aunque no lo parezca. Aunque los tiempos estén mal, todavía podemos escojer. Y lo más importante, podemos escojer ser dignos. Trabajar no es sólo ganar dinero, es ser útil, productivo, aportar, ser disciplinado.

Si no encuentras trabajo, si no puedes llenar tus horas, existen miles de ONGs que gustosamente te darán algo que hacer. Existen residencias donde los abuelos se pasan el día solos, niños con cáncer que no se pueden mover de sus camas y que les vendría bien que alguien les contara historias y les hiciera reír. Y si no, tienes tiempo para crear tu propia ONG para ayudar a tus vecinos o familiares.

No somos esclavos del trabajo. Las vacaciones son para descansar pero no para evadirnos de la realidad, ni para vivir la vida que creemos que nos merecemos y que no podemos disfrutar el resto del tiempo. Trabajar es parte de nuestro vida y tú decides si la vives con dignidad o como una víctima.

¡Disfruta de tus vacaciones pero también no te dejes perder el resto de tú vida!