En tiempos adversos donde los recursos son escasos y ya no se puede simplemente pagar por cualquier servicio o favor. Es el momento donde todos nosotros tenemos que volver a una de las prácticas más viejas y extendidas, y que de hecho, le dan sentido a nuestra propia sociedad: las redes de contactos.

Toda la vida ha existido lo que ahora se le ha puesto la etiqueta anglosajona de Networking. Desde los que van a clubs selectos, a equitación, a cacerías o simplemente a esquiar a ciertos lugares, todos ellos tienen en común la búsqueda de contactos que les permitan realizar mejor sus negocios.

¿Qué aporta de nuevo el Networking? Como siempre, los anglosajones y su capacidad analítica han sistematizado una práctica habitualmente intuitiva. ¿Y para qué sirve sistematizarla? Para los que ya saben interrelacionarse y ampliar sus contactos, quizás les aporte el conocimiento consciente de lo que hacen para poder hacerlo mejor. Pero estos casos son la minoría.

La mayoría somos personas que necesitamos aprender, y no hay nada más rápido que el pensamiento analítico: el desglose de un problema en partes más pequeñas que permitan su entendimiento y posterior reproducción.

Así el Networking se constituye como una buena alternativa para aquellos que por varias razones no tienen integrado en su “circuitería” cerebral, el contactar con gente y extender redes.

De todos modos, el Networking se convierte demasiadas veces en una acción fría de intercambio de tarjetas en un escenario preparado artificialmente para tal propósito, o en una llamada de cortesía, y hasta tal vez en un café ocasional o en una comida aislada.

Como todos entendemos el valor de mantener dichos contactos, accedemos con mayor o menor pasión a dichos encuentros, por no decir que se convierten en fríos intercambios de información.

El Networking con Valores nace de un espíritu humanista donde se potencia a la persona por encima del profesional, donde se busca lo emocional además de lo racional, donde el tiempo no sólo se invierte sino que se disfruta.

El NcV es el redescubrimiento del ser humano y de la colectividad, después de 30 años de enaltecimiento del individualismo competitivo como “leif motif” de una cultura anglosajona anclada en la victoria propia por encima de los demás (que por cierto, nos ha conducido hasta la situación actual).

Entender que queramos o no, somos una red interconectada e interdependiente, es imprescindible para poder ser eficientemente funcional en un entorno de escasez de recursos (probablemente crónica) y donde el acceso a los pocos recursos que queden va a ser crítico.

Para ello, propongo una manera diferente de hacer negocios, centrada más en la persona como ser completo y no tanto como poseedor de un recurso valioso. Una aproximación que bebe de fuentes diversas como puede ser el ya mítico Dale Carnegie, la gestión por valores, la Programación Neurolingüística, la metodología actual de Networking, pero especialmente con la atención puesta en el profesional que primero es persona.

Creo que si volvemos a vernos como personas y no como billetes de euro, probablemente tengamos más oportunidades de generar negocio a través de redes sociales y profesionales más sólidas, basadas en la confianza, el respeto y el reconocimiento mútuo, y quizás esta sea la semilla para empezar una nueva manera de entender nuestra sociedad, ahora mismo sumida en una gran crisis política, económica y social.