Uno de los mitos más extendidos por el mundo del desarrollo personal  es el famoso: “Querer es poder”.

Al parecer si alguien está muy convencido de algo, lo conseguirá. Ya está. Sin más. El mundo exterior no importa. No importa que existan recursos limitados, competidores o que simplemente no se den las condiciones adecuadas. Si lo quieres, lo conseguirás.

Para apoyar tan rotunda afirmación, te hablarán de casos excepcionales de tesón, donde aguerridos héroes consiguieron su propósito contra todo pronóstico como Fidípides corriendo por Grecia pidiendo la ayuda de Esparta (240 Kms en 2 días) y luego corriendo desde Maratón hasta Atenas, en sus famosos 40 Kms del tirón para anunciar la victoria.

Y es que casos de hazañas increíbles encontraríamos muchos, pero no tienen por qué ser prueba de sólo una gran convicción.

En esta época donde los mensajes inspiracionales están a la orden del día, y que abundan los procesos de cruzar brasas, romper flechas con el cuello o pisar cristales, es muy poco popular dudar de que las creencias lo pueden todo.

Y es que todo no pasa por tener convicción. De hecho, es que se confunden procesos y se simplifican peligrosamente.

Por ejemplo, la motivación y la convicción no son lo mismo. Los dos procesos pueden estar relacionados pero no ser lo mismo necesariamente. Ejemplo: Yo puedo estar convencido que puedo aprobar unas oposiciones pero no motivado para hacerlo.

La motivación es la habilidad de mantener la energía necesaria para conseguir nuestros objetivos y en general, tiene que ver con la generación de dopamina, un neurotransmisor relacionado con las recompensas.

Si no tenemos una buena estrategia de motivación, acabaremos “perdiendo fuelle” y nuestro cerebro, reajustará la convicción de que podemos conseguirlo para que no nos siga frustrando. De este modo, dejaremos de creer como medida de protección anti frustración. ¿Pero que vino antes: la falta de convicción o la falta de motivación?

Por otro lado, estar convencido de algo, no quiere decir que sepamos tomar buenas decisiones. Precisamente, a veces un exceso de convencimiento nos puede llevar a no darnos cuenta de cuando parar y repensar lo que estamos haciendo.

Pero por otro lado, una de las partes más importantes de conseguir nuestros objetivos, es aprender constantemente de lo que nos va pasando, y saber reajustar nuestras acciones para alcanzar aquello que queremos o quien sabe, quizás para reajustar el objetivo.

No se trata de creer sólo. Se trata de saber hacer también. De tener las herramientas necesarias para poderlo llegar a cabo. Y estas herramientas no se desarrollan cruzando carbones al rojo vivo.

Se desarrollan sabiendo cómo hacemos en nuestro cerebro y si lo que hacemos, nos sirve para alcanzar aquello que deseamos.

Y si no es así, siempre nos quedará cambiar y volverlo a intentar de un modo diferente. O quien sabe, abandonar y buscar otro objetivo. Como enseña la PNL.

Y es que estar muy convencido de algo, puede llevar tan fácilmente al fracaso como al éxito.

Aunque muchas veces, sólo son los vencedores los que acaban escribiendo la historia. Y también es cierto que a los demás, nos gusta oír más las historias de los que sí lo consiguieron que de todos los que se quedaron por el camino.

Creer no es necesariamente poder.

Creer y saber hacer nos puede acercar más al poder.

Pero como todo, no hay garantías de nada en esto mundo. Prepárate para fallar también. Tu cerebro te lo agradecerá.