Una de las cosas que me preguntan más las personas es cómo llegué a esto de la PNL, especialmente siendo un ingeniero superior. La historia no tiene pérdida: Toda mi vida había sido una mezcla rara entre niño hiperactivo, charlatán y travieso (bueno, igual no debería hablar tanto en pasado…) y al mismo tiempo, nervioso, introvertido y seguramente bastante inseguro.

Dificultad para concentrarme en algo concreto, dispersión y timidez (especialmente delante de chicas), definieron mi triunfal camino por la adolescencia.

Por mil razones largas y aburridas de contar, terminé en una carrera universitaria que se me quedaba grande y que puso a prueba mi débil fortaleza nerviosa [cuando en la selectividad (que repetí dos veces para subir nota sin mucho éxito (si correcto: ¡Qué narices las mías!)) se suspende las materias de ciencias, ¿Ya tendría que haber tenido pistas sobre algo, no?]

Por ese entonces yo no sabía nada de PNL, ni de cursos de PNL, ni mucho menos de Practitioners de PNL, pero si empecé una búsqueda entre el mundo de los remedios alternativos para tranquilizarme antes de un examen al que no llegaba ni bien preparado mentalmente, ni emocionalmente. .

En ese viaje iniciático (que fácilmente podríamos definir como mi propia “Odisea” con cantos de sirena incluidos) me encontré con hierbas tranquilizantes (eh! No pienses mal! Valerianas, Pasiflora, Hipérico,…..), compuestos como algo llamado “garum armoricum” (¿¿¿¿hecho de vísceras de pescado??? ¿¿¡¡En que estaría pensando!!??, Ah, sí: desesperación!!!!), flores de Bach, cromoterapia, acupuntura, fitoterapia china, sanadores energéticos (¡¡¡¡hasta uno me dijo que me tenía que sacar todas los dientes porque tenía un bloqueo energético!!!!!!!). Resultado final: cada vez que hacía un examen de los duros (entendiendo duro, el que el 90% de la gente suspendía) terminaba en histeria.

Hasta que una pobre alma caritativa (a la que nunca podré estar lo suficientemente agradecido) me dijo que una amiga suya había aprobado el carnet de conducir gracias a la ayuda de una persona (en esa época sabía sin saber lo que era un curso de PNL).

El grado de desesperación después de una lucha constante contra mis nervios y mi mente, hizo que aceptara ir (para ser sinceros, tuvieron que pasar un par de suspensos más antes de tomar la decisión). Se abre la puerta. Aparece una señora de mediana edad vestida en blanco zen. Cara de tranquilidad absoluta (recuerda: yo histérico, desesperado). Me hace pasar y veo un diván. Pensé: ¡Ay! ¡Me va a preguntar sobre mi relación con mis padres y si estoy reprimiendo algo! (¡ignorante de mí!).

Lo que pasó a partir de aquel momento cambió mi vida para siempre. “¿Cómo te imaginas el examen, Xavi?” “Pues que vienen los profes, nos dan los exámenes y básicamente suspendo, no puedo acabar la carrera y mis años de sacrificio no han servido de nada” (versión reducida para no aburrir a mis lectores). Me dice: “¿Y por qué no cambias lo que pasa en la imagen? Y yo: (lector antes de leer las siguientes líneas recuerda que yo era ingeniero cuadriculado) “Pues porque, ¿Así son las imágenes, no?” Respuesta: “Es tu cerebro.

Tú puedes hacer lo que quieras con él”. Hice unos ajustes a cómo me imaginaba lo que iba a ocurrir en el examen, y un montón de años de intoxicaciones por sobredosis de hierbas medicinales, agujas clavadas por todo el cuerpo, incienso, técnicas respiratorias y riesgos de dentaduras postizas, se vieron eclipsadas por un momento de éxtasis (ángeles con trompetas, coros cantando “gloria” a todo volumen y rayos de luz abriéndose en medio de un cielo gris y tormentoso aparecieron en mi cerebro). Había encontrado el modo de relajarme. Así pasó. Así descubrí lo que era la PNL.

De repente, un mundo de posibilidades se abrió delante de mí. Ya podía gestionar mis emociones sin necesidad de hacer posiciones yóguicas imposibles, ni tener que clavarme cosas mi cuerpo, ni por supuesto, ¡Poner en riesgo mi dentadura!

La PNL me enseñó que tenía creencias que no siempre me ayudaban, que había aprendido a reaccionar automáticamente a situaciones que me generaban estrés, ansiedad o tristeza. Que yo era mi peor enemigo, tratándome peor de lo que podía tratarme, entre otras muchas cosas.

Empecé haciendo un curso Practitioner de PNL, y luego hice el curso Master Practitioner de PNL, y seguí y seguí, en una especie de Forrest Gump de la PNL pero sin cajita de chocolates. En cada curso aprendí cosas nuevas cosas sobre mí mismo: De cómo me trataba, de cuáles eran mis miedos, de cómo me imaginaba el futuro o de cómo me relacionaba con las personas.

La verdad es que tardé en asimilar algunos de los principios básicos de la PNL y de sobre mí mismo, porque por una lado me costó encontrar al profesor que me diera cómo funcionaba la PNL y no sólo un conjunto de técnicas (poco útiles si no entiendes el marco general), pero también porque no lo bajaba suficientemente a la práctica.

La PNL, como cualquier otra habilidad necesita práctica, práctica. Y aunque después de tantos años de haber hecho muchísimos cursos Practitioner de PNL, Master Practitioner de PNL entre otros, seguramente queda dentro de mí algo del chico histérico, tímido y poco sociable, pero al menos ahora lo sé manejar y puedo conseguir mis objetivos, que en definitiva es de lo que trata la PNL, ¿Verdad?