No nos damos cuenta pero nuestra vida está altamente condicionada por lo que sentimos. Eso a lo que le llamamos emociones. Hasta el punto que aquello que sentimos puede condicionar el modo en que pensamos. Cuando estamos tristes parece que no haya ninguna opción delante nuestro y cuando estamos felices parece que el mundo se abra ante nuestros ojos.
La Programación NeuroLingüística es una disciplina que busca la relación que existe entre lo que pensamos, sentimos y hacemos, partiendo de la base que por lo general, nuestras emociones no surgen de la nada.
En nuestros cursos (Practitioners de PNL) tanto en Madrid como en Barcelona, los alumnos llegan pensando que un enfado es como una gripe: algo que llega y que luego se va. Que sólo se trata de esperarse a que “baje el soufflé”.
La ciencia (y en especialmente la neurociencia) ha demostrado que las emociones son respuestas químicas de nuestro cerebro a un conjunto de señales tanto externas (de nuestra alrededor) como internas (de nuestros propios pensamientos).
Algunas de ellas son respuestas que aparecen de las partes más primitivas de nuestro cerebro y otras de zonas relativamente más jóvenes en términos de evolución. También parece ser que estas respuestas químicas tardan en desaparecer de nuestro cuerpo y que por lo tanto, tendría sentido pensar que esperando uno se tranquiliza.
En PNL está aproximación nos parece muy útil cuando de lo que se trata es de gestionar las emociones de otros. Es decir, si yo sé que esa persona necesita un tiempo para tranquilizarse, me espero antes de volverle a insistir.
Pero esa aproximación es demasiado simplista, y de hecho imprecisa. Todos nosotros podemos entrenar nuestra regulación emocional y aunque quizás inicialmente la emoción pueda surgir de forma casi “programada”, nada impide que no podamos aprender a bajarla o a cambiarla.
De hecho, los cursos de Practitioner de PNL tratan justamente de esto (entre otras cosas): de la ingeniería detrás de la inteligencia emocional. El Dalai Lama parece que alguna vez dijo que el único modo de seguir creando ondas en un charco después de haber tirado una piedra es tirando más.
Por este motivo, en Programación Neurolingüística enseñamos a las personas a regular sus emociones a través de entender que un enfado sólo se puede mantener en el tiempo si se sigue pensando en aquello que lo generó (una pelea o un error, por ejemplo).
En PNL existen muchísimos modos de hacer disminuir una emoción, y está claro que es posible hacerlo sino los deportistas de élite, los agentes del orden, jueces o cualquier persona que se enfrentara a situaciones de estrés no podría afrontarlas.
Uno de los modos más simples es darse cuenta que muchas de las emociones que mantenemos en el tiempo (más de 2 horas) se basan en pensamientos recurrentes que tenemos y que por lo tanto, tienen una representación mental asociada (una imagen, un sonido y/o una sensación).
A veces, es tan simple como ser conscientes de esas representaciones mentales, y alterarlas cambiando su tamaño o distancia como si tuviéramos el control remoto de nuestra mente. Esos pequeños cambios en las características de la representación que creamos al pensar sobre algo que ya pasó o que va a pasar, generalmente generan una respuesta de nuestro cerebro disminuyendo la intensidad de la emoción.
A veces, se pueda cambiar la emoción pensando en una situación donde haya habido una emoción opuesta. En ese momento, el cerebro reacciona a la nueva representación mental y las dos emociones (el enfado y la nueva (por ejemplo, tranquilidad)), se mezclan.
Pero otras veces, nuestra emoción proviene de como interpretamos la situación y de que valores entran en juego. Cuando emitimos juicios de valor sobre una situación también reaccionamos emocionalmente. Y en esos casos, la PNL entra en juego también.
En nuestros cursos de PNL enseñamos que muchos enfados, se generan por nuestra imposibilidad de entender el punto de vista del otro, por fallar en el reconocimiento de las emociones y necesidades que tiene la otra personas y en definitiva, por nuestra propia inflexibilidad para pensar de un modo diferente.
Muchas veces preguntarse ¿Qué es lo que yo pienso o siento que hace de esta situación un problema? O ¿Cómo podría verlo de un modo diferente para que dejara de ser un problema? ¿Cómo estoy seguro de lo que pienso? Son algunos de los muchísimos ejemplos de preguntas que desatascan y nos permiten abrirnos a nuevas opciones.
En definitiva, las emociones no suelen surgir de la nada y mucho menos “alimentarse de la nada”, somos nosotros que las alimentamos y que por ello, podemos dejar de hacerlo y alimentar a aquellas que nos sean más útiles para conseguir nuestros objetivos. Claro está, si sabemos cómo hacerlo, pero por eso existe la PNL y los Practitioners de PNL como los que Talent Institut realiza tanto en Madrid como en Barcelona.