¿Cómo deshacerse de recuerdos que nos persiguen?¿Qué hacer con pensamientos obsesivos sobre el pasado? Un número importante de personas padecen de recuerdos dolorosos que los atormentan incesante e innecesariamente.
Aunque no hay una solución universal ni única, se pueden tener en cuenta ciertos conceptos que a través del uso de las herramientas de la PNL o Programación Neurolingüística (del inglés NLP o NeuroLinguistic Programming) pueden ayudar a muchas personas tanto en su vida diaria, como profesionalmente (en la práctica de Coaching o diferentes psicoterapias).
El primer concepto y seguramente el más determinante, proviene de una de las mayores aportaciones de la PNL (no tanto porque fuera un descubrimiento atribuible a sus creadores Richard Bandler y John Grinder si no por el uso que ellos hicieron de ello) que es entender que cuando pensamos sobre el mundo lo hacemos del mismo modo con el que nos relacionamos con él.
Es decir, viendo imágenes, escuchando sonidos, sintiendo sensaciones, etca. Por lo tanto, esos recuerdos que persiguen a las personas, más que tratarlos como casi “demonios” de los que no nos podemos deshacer, en PNL se dice que es más útil comprender que son procesos mentales dentro de nuestro cerebro constituidos por una sucesión de imágenes, sonidos y sensaciones.
Debido a un suceso emocionalmente intenso en nuestras vidas, “se graba” en nuestros circuitos neuronales una especie de huella que de algún modo hace que cierto “programa” se vaya repitiendo una y otra vez. En cierto modo, es como cuando el ordenador “se cuelga” repitiendo una y otra vez un vídeo o un audio.
En nuestro día a día, tenemos tantos estímulos externos (tele, internet, radio, trabajo, familia, amigos, dieta, deporte, libros) que dejamos a un nivel inconsciente esos programas que se siguen ejecutando donde recordamos una y otra vez esas situaciones. Por decirlo de algún modo, es como que en tu ordenador estuviera funcionando un programa pero que no te aparece en pantalla (aunque sí sus resultados: las emociones negativas).
Por lo tanto, esas imágenes no tienen vida propia, ni surgen de forma mágica de nuestro cerebro, y ese es el primer paso que tenemos que tener en cuenta: los pensamientos son nuestros. Cuando la gente dice “Es que mi mente está fuera de control”, es importante recordar que salvo ciertos casos más clínicos, la mente puede estar “en control” porque de hecho, “la mente” es nuestro cerebro.
Eso son buenas noticias ya que el cerebro y sus aprendizaje son modificables. Desde la PNL se habla que aquello que una vez se “grabó” o aprendió, puede ser modificado por un nuevo aprendizaje más útil.
Por ejemplo, si tienes recuerdos que no te generan emociones que no quieres sentir (duelos, desamores, enfados, etca.) estos seguro que serán en forma de imágenes y/o sonidos y/o sensaciones, pero yo casi pondría la mano en el fuego que seguramente tendrás un recuerdo visual que te hace sentir mal.
Si ese es el caso, lo estarás viviendo en primera persona (como si lo revivieras) o lo estarás viendo como si tú formaras parte de una película (es decir, como si te convirtieras en un actor de tu recuerdo al que observas como espectador). Si es el primer caso, primero ponte en una posición de espectador y observa la película de este suceso. Ahora, tanto si era el primer caso (con el cambio que te he pedido) como si ya era el segundo caso, estarás viendo una imagen delante de ti.
La PNL (y su co-creador el Dr. Richard Bandler ) te sugiere que cambies las características de la imagen (tamaño, distancia, color, brillo). Parece una locura, pero de hecho es algo relativamente sencillo de hacer. Normalmente, alejando, empequeñeciendo o oscureciendo o aclarando la imagen, las sensaciones cambian. Prueba ahora de hacer esos recuerdos pequeños y alejarlos.
Claro está que cada persona tendrá su modo de hacerlo y esto es sólo un artículo de un blog, pero modificando las características de las representaciones que te haces del recuerdo, el cerebro reacciona variando la respuesta emocional ante ese recuerdo. El mensaje al cerebro es muy poderoso ya que viene a decirle que esos recuerdos no son demonios ni apariciones espontáneas sino que son procesos mentales que se pueden modificar.
Aunque este ejercicio sea una anécdota dentro de las inmensas posibilidades de la PNL y su aplicación aislada no es seguramente útil en muchos casos, para todos aquellos que estén interesados en el mundo del coaching, de la terapia o simplemente del desarrollo humano, es un mensaje muy interesante ya que nos invita a que nos hagamos cargo de nuestra mente y no que esta vaya a la deriva por nuestra falta de consciencia sobre sus procesos.
La PNL trabaja a un nivel mucho más profundo que este simple ejercicio ya que muchas veces no se trata de la representación mental y de cambiarla, sino también de nuestras creencias (o ideas) sobre aquello que pasó (si creemos que fue injusto, fue por mala fe, etc…). Para ello, se requieren otras herramientas que en otro artículo trataré.