Sí eres de los que dudas de tus capacidades o has perdido confianza en ti mismo, quizás estas cuatro palabras te puedan ayudar.
La confianza en ti mismo la podemos definir desde la PNL cómo la capacidad que tiene una persona de predecir que será capaz de hacer o no.
Piénsalo de este modo: Si alguien te pidiera prestado dinero, tú se lo prestarías porque crees que te lo devolverá (si no, no es un préstamo, es un donativo). Tienes que pensar que eres capaz de predecir su conducta, sino no se lo dejarías. Si esta persona te fallara repetidas veces, la confianza que tienes en él, disminuiría.
Ahora imagínate que te lo aplicas a ti mismo: Cada vez que no cumples aquello que te habías propuesto, disminuye un poco tú confianza en ti mismo. ¿Cómo podemos resolver este proceso desde la PNL?
- Lucha contra el sesgo cognitivo. ¿Sabes cuando te compras un coche nuevo y empiezas a ver el mismo modelo por todas partes? Eso pasa, porque ahora ese coche en particular se convierte en significativo para ti. Si tú crees que las cosas nunca te salen cómo quieres, probablemente te fijarás y recordarás mayoritariamente aquello que encaje con lo que es significativo para ti. Abre tu mente y sé flexible. Haz el ejercicio de reconocer tanto lo que te sale cómo esperabas como lo que no.
- Fíjate objetivos asumibles y asequibles. La receta para el desastre es ponerse objetivos demasiado ambiciosos o demasiado generales. Ya sé que lucho contra toda la moda de “Todo es posible”, “El mundo está en tus manos”. Pero prefiero ponerme objetivos asequibles, con pasos intermedios y que vayan construyendo una autoimagen de competencia que arriesgarme a acabar pensando que el mundo es demasiado grande para mí.
- Cambia el enfoque a procesos. Uno de los principales problemas con el que se enfrentan las personas es el de enfocarse a lo que quieren y no tanto a cómo conseguirlo. Conseguir un objetivo es un proceso de aprendizaje dónde te van sucediendo situaciones que no esperabas, se ponen a prueba tus habilidades y por lo tanto, es lógico que las cosas no salgan cómo esperabas. Pero si en vez de castigarte porque no te ha salido cómo querías, te enfocas en qué has aprendido, en cómo mejorar, y cómo tú mismo estás mejorando a medida que pasa el tiempo, te darás cuenta que estás ganando más de lo que estás perdiendo.
- No te pares. Es una derivada del punto 2, pero es muy importante. Haz cosas. Lo que sea. Ponte objetivos del tipo que sea, aunque sea salir a caminar o limpiar un armario. Cada vez que consigas algo, por pequeño que sea, tu centro de recompensas en tú cerebro te recompensará con dopamina y creerás un poco más en ti mismo.
- Sé justo y enfócate globalmente. Repasa tu pasado. ¿Realmente nunca te ha salido nada bien? Seguramente sí. En vez de enfocarte en lo que no te ha salido bien, enfócate en todas las veces que sí has conseguido lo que te habías propuesto. Aunque esté en el pasado ya, seguirá activando tu centro de recompensas en tu cerebro. Y de todos modos, lo que no te salió cómo quisiste, seguro que tiene valiosos aprendizajes que vale la pena aprovechar.
- No seas tú peor enemigo. Muy a menudo nos tratamos con mucha dureza. El grado de exigencia e intolerancia que nos aplicamos no se lo pedimos a nadie más, así cómo los castigos que nos aplicamos. Trátate cómo tratarías a tu mejor amigo. ¡Pero cuidado! ¡Hay personas que se exigen la ejecución de su proceso de mejora! ¡Es decir, ahora no te exijas cambiar y seguir estos puntos aquí propuestos a raja tabla y que te salgan a la primera!
Cambiar tu actitud es un objetivo y un proceso de cambio en sí mismo. Por lo tanto, en el proceso de confiar en ti mismo, habrán momentos en que vuelvas a las andadas, pero eso es parte de tu aprendizaje.