Primer error: Pensar que con definir el objetivo es suficiente
Muchas personas piensan (o han sido llevadas a pensar) que la adecuada definición de un objetivo lleva de una forma casi mágica a su consecución. Parecería que sólo con que el cerebro entienda exactamente lo que se quiere, un conjunto de resortes se activan llevando a la persona a la inexorable victoria contra los elementos. Este modo de pensar podría estar alimentado por algunas de las siguientes suposiciones:
Las personas tienen todos los recursos necesarios. Sí y no, es decir, si los recursos necesarios son un conjunto de neuronas, pues sí. Si los recursos necesarios son la capacidad de aprender, pues también. Pero si yo quiero convertirme en un Premio Nobel de física cuántica, pues quizás tenga las neuronas, pero quizás no conectadas como Albert Einstein o Niels Bohr. Algunas personas en la PNL y en otras disciplinas, llevanhasta el absurdo esta premisa. No tenemos todos los recursos necesarios, si los tuviéramos no necesitaríamos ayuda. A veces si tenemos algunos y no lo sabemos, a veces alguien nos los tiene que enseñar, y a veces, simplemente no los tenemos ni los vamos a tener (por mucho que quiera, no voy a jugar en la NBA, con mi estatura y mi edad).
Todo se puede con la actitud adecuada. Otra fase mítica digna de ser enmarcada en forma de poster con un paisaje sugerente, un fondo negro y unas letras sobre él. Siguiendo el punto anterior, lamentablemente no todo se puede, y aunque se pudiera quizás no sería ecológico para la persona. Si yo para convertirme en campeón del mundo de damas chinas tengo que perder mi familia, mi salud y mis amigos, pues igual no me interesa que todo se pueda. Las hazañas increíbles son muy inspiradoras pero son la excepción y de hecho, solemos conocer sólo una parte de la historia. A pesar de lo anterior, si es cierto, que aunque quizás todo no se pueda o no valga la pena, sí que seguramente se puede más de lo que muchas veces creemos.
Hay un mecanismo superior. En el caso que existiera un mecanismo superior, mágico o místico que hiciera o que ayudara que consiguiéramos aquello que queremos, seguramente habría muchísima más gente feliz en este mundo. Bueno quizás exista, pero las estadísticas nos indican que si un 80% de la población mundial está en un estado de pobreza absoluta y que del 20% restante al menos un 70% se sienten en mayor o menor medida infelices, al menos quiere decir que no sabemos utilizarlo. Algunos dicen que es porque es un “secreto”. Pues mire, si es un secreto, ya sería hora que lo supiera todo el mundo, y si realmente quien tiene “el secreto” de que las cosas sucedan lo tiene, lo primero que tendría que hacer es demostrarlo haciendo que el resto también pudieran acceder a él. ¿No?
Para mí, pensar que la sola definición del objetivo es suficiente me parece simplista. Yo creo que además de definirlo, hace falta creérselo. Y muchas veces sólo queremos pensar que nos lo creemos porque nos conviene. Es importante revisar nuestros objetivos y ser sinceros con nosotros mismos. Suelen haber muchos miedos e ideas limitantes en nuestra mente que hasta que no están revisadas hacen difícil poder avanzar.
Segundo error: Hacer por hacer
Demasiadas personas se lanzan a un objetivo como el que se lanza a una piscina: sin pensar. Un objetivo requiere planificación y sobretodo una buena dosis de sentido común. Una cosa es tener sueños y la otra, fantasías imposibles.
Los objetivos deben tener su dosis de realidad pero especialmente, algún modo de medir si se están consiguiendo para poder tomar la decisión de invertir más en ellos o dejarlos.
Muchas veces nos dejamos llevar por la fantasía generada por la ilusión que nos hace el conseguir nuestro objetivo, y negamos las evidencias de que si seguimos así terminaremos frustrados, decepcionados, arruinados o sin amigos.
Es importante trazarse un plan con salidas de emergencia y ser consecuentes con ellas. De nada sirve lanzarse a ciegas a hacer y además, no tener claro si estamos consiguiendo aquello que queremos o no.
Recuerda: A veces una retirada a tiempo es una victoria.
Tercer error: Hacer demasiado
Los corredores de ultra maratones lo saben: De nada sirve salir el más rápido ni correr más que lo demás cuando se trata de una carrera de 160 Km. Es habitual no saber gestionar el entusiasmo y salir como un principiante en una de estas carreras para súper hombres para quedarse sin baterías en el km 70. El sprint es siempre mejor guardárselo para el final.
Las carreras se ganan dosificando el esfuerzo y utilizando en todo momento la cabeza. ¿Eso quiere decir que no puedo ser apasionado? No. Eso quiere decir que no sólo puedes ser apasionado si se trata de algo más que de una cita de una noche.
El saber parar a tiempo y descansar a tiempo es muy importante. El recuperarse y reflexionar de cómo va el proceso, de cómo puedes motivarte más y mejor. Jugar con la cabeza también, no sólo con el corazón.
Yo personalmente, huyo de los “sprinters” cuando se trata de proyectos de largo recorrido. La gente que tiene demasiada prisa me asusta. Porque esa prisa, seguramente es impaciencia para conseguir el resultado, y a mí me indica que no se está enfocando en el proceso y que si el resultado no se da pronto, puede ser que abandone antes de tiempo o que haga el proceso de cualquier manera para conseguir el objetivo.